viernes, 9 de febrero de 2018

El secretario de Estado de Trump elogió y felicitó al presidente peruano Kuczynski, acusado de corrupción

                    Por Carlos Noriega  De la visita quedó claro el alineamiento del gobierno de PPK –como se lo llama al agobiado presidente peruano– con Washington. “Pensamos igual”, aseguró Tillerson del mandatario que enfrenta insistentes pedidos de renuncia.
Aislado y en la cuerda floja por cargos de corrupción en su contra, el presidente Pedro Pablo Kuczynski encontró en el secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, una mano y una voz amigas. Algo que al mandatario le hacía falta con urgencia. En tiempos que abundan las críticas a su gestión y los pedidos de renuncia, el funcionario del gobierno de Trump lo elogió y lo felicitó por su cercanía con las políticas de Estados Unidos. De la visita de Tillerson al Perú quedó claro el alineamiento del gobierno de PPK –como se le llama al agobiado presidente peruano– con Washington. “Pensamos igual”, aseguró Tillerson.

Tillerson y Kuczynski han destacado la buena relación militar entre ambos países y su voluntad de profundizarla, relación que se expresa en la presencia militar y policial norteamericana en el Perú y las facilidades a sus fuerzas para operar en la región. Al salir de su conversación de cerca de una hora con el secretario de Estado norteamericano, PPK, hablando al lado de Tillerson, expresó su satisfacción de tener una relación “muy fuerte” en temas de seguridad con el gobierno de Trump.
“Esta reunión (con Tillerson) reconfirma la relación muy fuerte que hay entre nuestros dos países, no solo en el nivel comercial, sino en el nivel de seguridad, en la lucha contra la droga”, dijo, “y contra la corrupción”, agregó, como quien vive fuera de la realidad, una realidad que lo tiene a él como protagonista central de una trama de corrupción que puede costarle el cargo en las próximas semanas. El día anterior, luego de entrevistarse con la canciller Cayetana Aljovín, el jefe de la diplomacia norteamericana también había calificado como “muy sólida” la relación militar entre su país y el Perú, la que definió como “fundamental”.
Venezuela, como era de esperar, estuvo en el centro de los diálogos de Tillerson con las máximas autoridades peruanas. Y, claro, hubo plena coincidencia entre los dos gobiernos en sus críticas al régimen venezolano. “Estados Unidos agradece profundamente el liderazgo de Perú en la región, sobre todo el trabajo del Grupo de Lima (grupo de doce países –once latinoamericanos, entre ellos Argentina, y Canadá–, contrarios al gobierno venezolano, lanzado en la capital peruana en agosto pasado) para abordar la destrucción terrible que existe en este momento de la democracia venezolana”, señaló Tillerson, con un satisfecho PPK parado a su lado.
El secretario de Estado norteamericano reveló que ambos habían “intercambiado ideas” sobre “qué es lo que podemos hacer para lograr que Venezuela vuelva a su ruta institucional”, pero no dieron detalles sobre de que posibles medidas hablaron. Antes de llegar a Lima, Tillerson se había referido a la posibilidad de un golpe militar en Venezuela para destituir a Maduro. Sobre eso, el presidente peruano y su canciller no dijeron nada.
Mientras Kuczynski y Tillerson terminaban su reunión en Palacio de Gobierno y daban una breve declaración a la prensa sin aceptar preguntas, se conocía la noticia que Nicolás Maduro había confirmado su asistencia a la Cumbre de las Américas, que se desarrollará en la capital peruana el 13 y 14 de abril. Era lo último que ambos querían escuchar.
Apenas se conoció que Maduro vendría a Lima, se desató una histeria contra el mandatario venezolano en los grades medios y distintos sectores políticos de la derecha. “Tenemos que decirle a Maduro que no es bienvenido. Vamos a pedir que el Grupo de Lima lo declare persona no grata”, clamó el vocero parlamentario oficialista Gilbert Violeta, al momento de anunciar la presentación en el Congreso de esta moción en rechazo a la llegada de Maduro. Voceros del fujimorismo, del partido aprista del cuestionado ex presidente Alan García y otros sectores, apoyaron entusiasmados la propuesta. Se repitieron amenazas de darle a Maduro un recibimiento hostil si no se podía impedir su llegada.
Dejando en evidencia un doble estándar, voceros del gobierno de PPK, que hace poco indultó al ex dictador Alberto Fujimori, condenado por crímenes de lesa humanidad, dispararon contra Maduro acusándolo de dictador y de violar los derechos humanos, y desde el fujimorismo que reivindica la dictadura de su líder fundador también abundaron los discursos en ese mismo sentido. Una vez más, el tema Venezuela fue usado con amplitud para repetir trasnochados discursos macartistas contra la izquierda.
Kuczynski no quiere a Maduro en la Cumbre de las Américas, pero como están las cosas no sería sorprendente que el presidente venezolano participe de esta cita y quien no lo haga sea PPK. En el Congreso se ha vuelto a activar un pedido para destituir al mandatario peruano por cargos de corrupción. En diciembre salvó por muy poco de ser sacado del sillón presidencial por sus vínculos con la trama de corrupción de Odebrecht, luego de canjear el indulto a Fujimori por diez votos disidentes del fujimorismo. Nuevas evidencias lo comprometen aún más con las acusaciones en su contra de haber utilizado su cargo de ministro durante el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) –hoy prófugo en EE.UU. señalado de recibir sobornos de la constructora brasileña Odebrecht–, para favorecer intereses privados, entre ellos los de Odebrecht y los de una empresa de asesoría financiera de su propiedad. Grupos parlamentarios que en diciembre no apoyaron la destitución anuncian que ahora sí lo harán, lo que deja a Kuczynski en una situación muy complicada. Su gobierno parece estar en estado agonizante. Corren las apuestas de si llega o no a la Cumbre de las Américas de abril. Y esas apuestas no lo favorecen.

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